Llegamos más o menos a las 18:00 al lugar de los hechos. Hacia un calor de justicia. Yo no estuve para comprobarlo, pero me lo contaron: el año pasado había aparcamiento. Primer punto negativo para la organización de este año.
Después de buscar aparcamiento un rato, comenzamos una larga caminata cargados de hielos y bebida, y finalmente encontramos un sitio para empezar a quitarnos la sed y comenzar con el ritual de emborrachamiento. Lamentablemente el sitio no tenía mucha sombra, pero conseguimos encontrar la forma de estar todos más o menos resguardados del Sol.
Por cosas del destino, acabó viniendo un policía diciendo que no podíamos beber en la calle, ya que está prohibido en todo Madrid. Luego nos invitó amablemente a que cruzáramos la carretera y nos continuáramos en los arenosos aledaños del recinto festivalero (curioso que al otro lado de la calle sí fuera legal beber). Y lo hicimos. Y casi nos derretimos, ya que en todos los alrededores del recinto no había más que unas pocas sombras de jóvenes y poco ramificados árboles que, como era lógico, ya estaban ocupadas resguardando las bolsas de hielo de otros grupos.
Cuando finalmente nos reunimos todos los miembros de musikitar y todos los amigos que íbamos a ver juntos el festival, nos decidimos a entrar, no sin antes darnos cuenta de que casualmente los tres redactores actuales de musikitar íbamos de verde:
— imagen de marca —
Una vez dentro, lo primero que hicimos fue ir al escenario donde íbamos a ver nuestro primero concierto: Shout Out Louds. Como aún quedaba un rato para que los suecos comenzaran a tocar, pensamos que la mejor opción era ir a refrescarnos a los vaporizadores que había en todas las zonas de sombra y césped (bien por el césped: natural y muy fresquito; mal por las sombras: cubrían la mitad del césped o menos).
— qué fresquito —
Y así comenzo nuestro festival. Más peripecias después del salto.
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